(Cuento Ingenuo)
Mi casa siempre está limpia. La sala y la cocina y todo, porque una empleada que habla raro limpia mi casa todos los días. Un día no fui a la escuela, entonces me quedé durmiendo pero me desperté tempranito porque la empleada hizo unos ruidos horribles con la aspiradora, tratando de encenderla. Tuve que ayudarla porque no podía. Me quería dormir otra vez pero después el ruido era peor, entonces me quedé despierto desde tempranito. Luego me dio hambre, entonces me fui para la cocina a buscar algo, pero la empleada me regañó porque caminé por la parte que ella estaba limpiando. Abrí la refri y me hice un emparedado de jamón con jalea de guayaba. A mí me gusta mucho la jalea y mi mamá me compra unos tarros muy grandes de varios sabores. Cuando me lo comí, me hice otro y me fui a la sala y me senté en el sillón grande, pero tuve que encaramar los pies en el sillón porque la empleada empezaba a limpiar por la sala. Comiendo mi emparedado me quedé viendo a la empleada cuando limpiaba el piso. Veía un montón de puntitos brillantes que daban vueltas en el aire. Yo le pregunté a la empleada que qué eran esos puntitos brillantes y ella me dijo que se llamaba el polvo y me dijo otras cosas que no le entendí porque había mucho ruido o seguro ella no hablaba bien.
Entonces me imaginé que para donde se va el polvo cuando uno lo limpia. Me acordé que en mi patio había tierra, entonces me fui corriendo al patio y la empleada me regañó otra vez. Es que me había acordado también de que mi papá me dijo que el polvo era tierra, y que uno se ensucia con la tierra, porque está sucia. Entonces agarré una escoba vieja y me puse a barrer la tierra del patio para limpiarla. Pero al momentito me cansé porque había mucha y no se terminaba y me puse a toser mucho.
Al otro día en la escuela, la niña habló de la Tierra, que es muy grande y que hay que cuidarla. ¡Entonces yo no sé por qué la empleada barre todos los días en mi casa!
No hay comentarios:
Publicar un comentario